Los hábitos adquiridos, hacen que proyectemos una imagen
favorable o no de nosotros mismos, de nada nos servirá causar una buena imagen
los primeros cinco minutos, y después que nadie nos aguante.
De nada servirá que nos empeñemos en la combinación de
nuestras prendas, en usar la ropa a la medida, que sea de buena calidad, usar
los accesorios adecuados, si nuestros hábitos están por los suelos.
Cuantas veces nos hemos encontrado con gente, que no para
de hablar, no te permite emitir tu opinión... sea el tema que sea, lo que dice es lo real y no hay pensamiento
más importante que el suyo. Ya sea que hablen de mascotas, el clima, religión,
el tema es solo el pretexto para no permitir la interacción.
Hablar sin parar, es un hábito que no permite una
convivencia sana, y por tanto llega a afectar tu imagen ante los demás.
Hablar sin parar, no es un buen
hábito, pasa que cuando
alguien habla con una persona así, después de la conversación se sentirá agotada. Y cuando se le vuelva a ver,
tendrá ganas de esconderse.
Fíjate que por lo general, éste tipo de personas no son
desagradables pero recurren a llamar la atención y a controlar así la
situación. Hablar sin parar es una
manera de exigir atención, es una forma de manipulación para que permanezcan
en el espacio.
Desafortunadamente para quienes tienen la necesidad de
hablar sin parar, se darán cuenta de que los demás se van a alejar, y deben de
saber que no es que los rechacen a ellos si no al robo de energía que están generando sin saber. A este tipo de
personas se les reconoce como toxicas.
Hablar sin parar es una forma de liberar el exceso de
energía, causada generalmente por estrés, y el evitar el contacto con los
propios sentimientos.
El control amigos míos es un mecanismo de defensa, al
comunicarse con los demás y no de manera profunda con uno mismo.
Hablar sin parar no es un buen
hábito, si eres de los que
habla sin parar recuerda que se te doto, de dos orejas para escuchar y una boca
para comunicar en la misma proporción.
